“Cortoplacismo” o “Largoplacismo” en la previsión financiera

Sé que “cortoplacista”, en la previsión financiera y en casi en cualquier otro terreno, tiene un cierto aire peyorativo. “Fulanito es cortoplacista, solo le interesa lo que va a suceder de aquí a “x” meses”….

Esta frase se oye con frecuencia como si creer firmemente que lo que más importa es el corto plazo fuese un descomunal error…..

Bueno, pues en mi opinión y con un matiz importante que ahora remarcaré, Fulanito tiene bastante razón.

El matiz es que el cortoplacismo no debe ser usado jamás para crear “burbujas” y que “el que venga después detrás que arree”. Está claro que ése es un uso pernicioso y erróneo del corto plazo.

Pero, para la gestión empresarial honesta, eficaz y eficiente, no hay nada como las previsiones continuas (ojo a la palabra) a corto plazo. En el mundo multinacional se llama finamente “Rolling Forecast”.

Me considero un enemigo declarado de las previsión financiera a largo plazo. En realidad, me considero enemigo de cualquier previsión que vaya más allá de 1 año. Durante toda mi carrera profesional he hecho decenas de previsiones a medio y largo plazo y si alguien me preguntara cuántas de ellas creo que han servido para algo diría que ninguna. Absolutamente ninguna. Y le puedo asegurar al/la lector/a que he hecho unas cuantas decenas de ellas.

¿Por qué? Porque hacer previsiones a largo plazo es un ejercicio en el que ignoramos la premisa principal de cualquier previsión: hay muchísimos elementos del entorno sobre los que no tenemos absolutamente ningún control. Y, si ya cuesta saber lo que vamos a cenar mañana, imaginemos lo que es tratar de adivinar el precio del acero dentro de 3 años…..

La realidad me ha demostrado una y otra y otra vez que, cuando he comparado, por ejemplo, una cifra de ventas real a día de hoy con la previsión que hice a 3 años, se parecen como “un huevo a una castaña” y que, tras constatar esto, la previsión acabó en el olvido más absoluto y ni siquiera se usó para analizar las razones (lógicas por otra parte) de tamaña desviación que es una forma eufemística de llamar al “error”.

Las pandemias, las guerras, el crecimiento descontrolado de la inflación, ciertas fusiones y absorciones, la evolución de los tipos de interés, la subida del precio de las materias primas y tantas y tantas cosas no son predecibles a largo plazo (nos digan lo que nos digan) pero todas ellas tienen un impacto definitivo en nuestro negocio. Sin embargo, si se usa una metodología de previsiones a corto plazo pero de forma continua (he aquí la palabra mágica, “continuidad”) sí se puede ir midiendo mucho mejor el impacto de todos los imprevistos en nuestros negocios.

 

La clave es la continuidad

Como decía, la clave es la palabra “continuidad”. Las previsiones continuas a 6-12 meses son las que nos mantienen al tanto de todo lo que pasa en el entorno, las que nos permiten identificar rápidamente los riesgos y oportunidades futuras y cuantificar ambas cosas, son las que nos obligan a cuestionarnos una y otra vez nuestro modelo de negocio para mejorarlo continuamente (en la “mejora continua” sí creo firmemente), son las que nos mantienen al día de la situación de nuestros clientes y proveedores y son, en definitiva, las que arrojan datos más fiables y útiles para la toma de decisiones. Además, son las únicas que son útiles para comparar los datos reales frente a dichas previsiones. Pero insisto, el requisito fundamental es la continuidad, es decir, en hacerlas todo el tiempo.

En cambio las previsiones a largo plazo implican un ejercicio no pocas veces de “bola de cristal”, acomodan peligrosamente al empresario (“ya tengo hecha mi previsión a 3 años, el año que viene la reviso”) y, como decía anteriormente, presuponen que controlamos el entorno mucho más de lo que en realidad nos es posible. Además, hay un dato definitivo que es que no se usan jamás para comparar la realidad con dichas previsiones porque, ¿alguien escucha alguna vez las siguientes frases?:

“La inflación está en el 10% en 2022. Este dato es preocupante ya que la previsión del 2019 para el 2022 era equis”…

“El resultado de la empresa en 2022 ha sido equis lo cual supone una desviación importante frente a la previsión de 2020 para este mismo periodo”….

Nadie, absolutamente nadie compara un dato real de hoy con lo que se dijo hace 2, 3, 4 años que ocurriría hoy. Absolutamente nadie. Entonces, ¿para qué se hacen previsiones?

Por eso, para mí, las previsiones a largo plazo son puro “bla, bla, bla” y despistan mucho al empresario sobre el verdadero foco de sus prioridades.

No pretendo por supuesto tener razón porque es un tema que admite todo tipo de visiones, como tantos otros, pero a mí la experiencia profesional de 30 años me ha demostrado que las previsiones a largo plazo son, la inmensa mayoría de las veces, una total y absoluta pérdida de tiempo. Y peor aún, existe un gran número de microempresas que planifican a largo e ignoran el corto plazo. Y aquí empieza el principio de su fin.

Cuando alguien me pregunta “¿dónde te gustaría que estuviera tu negocio dentro de 3 años?” solamente se me ocurre responderle: “déjame ver primero dónde quiero tenerlo dentro de 3 semanas y, cuando acabe ese ejercicio, intentaré ver dónde quiero estar dentro de 3 meses….”

Y con eso ya tengo para “entretenerme” de sobra…

Si aceptas mi consejo, no hagas una previsión financiera que no vayas a usar para comparar la realidad con ellas y tomar decisiones, es decir, prescinde del 90% de las previsiones. Es mejor emplear el tiempo en conocer a fondo tus números, tu entorno, tus riesgos y tus oportunidades y planificar el corto plazo de acuerdo con todo ello y hacerlo de forma continua todos los meses.

Ése es el hilo conductor de tu negocio.

Si te interesa este tema y te ves un poco perdido con las previsiones, estaré encantado de ayudarte con mi servicio de asesoría financiera, por preguntarme no pierdes nada.