Las finanzas empresariales, contrariamente a lo que dice y se piensa, son muy sencillas. Alguien me dirá «eso lo dices porque tú eres un experto pero te ha costado muchos años entenderlas». Incorrecto. Siempre han sido sencillas lo cuál no quita para que sean laboriosas en algunos casos. Pero voy a tratar de huir de mi inherente tendencia a la dispersión y tratar de convenceros en un pequeño espacio de este mi hogar que es este blog.
Si lo pensáis bien, todos, absolutamente todos, estamos haciendo control financiero cada día. Ahí van algunas pruebas irrefutables:
(i) Vamos a comprar al supermercado pero lo hacemos con cuidado de LIMITAR EL GASTO LO MÁS POSIBLE. Lo que GASTAMOS vamos a la caja y lo PAGAMOS.
(ii) Buscamos un trabajo que nos GENERE LOS MAYORES INGRESOS POSIBLES. Y, por supuesto, queremos COBRAR esos ingresos lo antes posible.
(iii) Calculamos CUÁNTO NOS VAN A COSTAR las vacaciones familiares para saber si podemos permitírnoslas o no y AHORRAMOS el dinero necesario para poder tener la LIQUIDEZ suficiente para poder disfrutarlas, es decir, hacemos PLANIFICACIÓN FINANCIERA.
(iv) Pagamos impuestos….
¿Sigo?… Creo que no hace falta.
Ahora , emulando el famoso juego, yo os digo: «encuentre usted las 5 diferencias con las finanzas empresariales».
Yo os doy la solución: No hay ni una sola diferencia.
Así pues, la gran noticia es que, al hacer finanzas personales todos los días, ya sabes cómo tienes que hacer las finanzas empresariales. En ambos casos, familia y empresa, las finanzas son un flujo de COBROS y PAGOS que emanan de unos INGRESOS y GASTOS previos.
No hay una sola cosa en nuestro ámbito privado o empresarial que no desemboque en un COBRO o en un PAGO.
No hay una sola cosa en nuestro ámbito personal o empresarial que podamos adquirir sin LIQUIDEZ.
No hay una sola economía personal o profesional que no pague impuestos por sus beneficios.
Entonces, ¿por qué nos parecen tan complicadas las finanzas empresariales? Porque requieren algo mucho más difícil que aprender y entender la teoría anterior: Requieren rigor, disciplina y seguimiento continuo. Palabras mayores, sin duda.
Requieren ACTITUD, no APTITUD.
Y esto es lo que os invito a trabajar a todas las personas que tengáis un negocio. Se requiere rigor porque hay que controlar los detalles y conocer los números «al dedillo». Se requiere disciplina porque no es muchas veces una tarea «excitante» y hay que vencer la pereza. Se requiere seguimiento continuo porque todos los días pasan cosas en nuestro negocio y todo se traduce, como hemos dicho antes, en una transacción económica y en un cobro o un pago.
La gran noticia es que todo lo anterior depende de nosotros. En esto ni el cliente, ni el proveedor ni el entorno pueden influir lo cuál, insisto, es una gran noticia.
Creedme, hay que desmitificar la dificultad de las finanzas empresariales porque se asemejan muchísimo a las personales.